Informes de Revisión Independiente de Negocio (IBRs)
¿ Mejoran la estrategia y transparencia de las compañías o es una herramienta diseñada para proteger a los bancos?
Hola, soy Jacinto Castillo.
Esto es Prestar y Pedir Prestado una publicación sobre financiación corporativa y de real estate.
En plena crisis financiera de 2008, los departamentos de riesgos de los bancos españoles enfrentaban una sobrecarga sin precedentes. Refinanciación tras refinanciación, tenían que decidir qué empresas salvar y cuáles dejar caer. En este contexto surgió una herramienta clave: las Revisiones Independientes de Plan de Negocio (IBR, por sus siglas en inglés). Estas revisiones, realizadas por un tercero imparcial, proporcionaban un diagnóstico riguroso sobre la viabilidad de las empresas y trazaban un plan para su recuperación.
Fue entonces cuando las grandes consultoras y firmas especializadas aprovecharon la oportunidad para expandir su negocio. Los bancos, necesitados de claridad y objetividad, encontraron en los IBR un soporte crítico para desglosar problemas, identificar soluciones y tomar decisiones financieras informadas.
¿El IBR siempre es independiente?
Aunque el propósito de los IBR es ofrecer transparencia, su independencia puede ser cuestionada. A menudo, estos informes son encargados y pagados por los bancos, quienes también son los principales interesados en las conclusiones del análisis. Esto genera dudas sobre si el informe puede ser completamente imparcial cuando los intereses del financiador están en juego.
En muchos casos, las recomendaciones estratégicas parecen estar diseñadas para priorizar la recuperación del crédito bancario, incluso si esto compromete la viabilidad operativa a largo plazo de la empresa. Por ejemplo, algunos informes proponen desinversiones rápidas de activos estratégicos para amortizar deuda, una solución que puede beneficiar al banco pero debilitar a la empresa en el futuro.
Un ejemplo práctico: el caso de un grupo químico
A finales de 2021, un grupo químico con más de 50 años de trayectoria enfrentaba una crisis financiera derivada de varios cambios regulatorios relacionados con criterios ESG. Esto, junto con una inversión de 20 millones de euros en un nuevo almacén, duplicó sus costes y erosionó su EBITDA, que en 2021 representaba solo el 0,6% de las ventas. Además, acumulaba una deuda de 64,7 millones de euros, de los cuales 9,9 millones estaban vinculados a filiales de baja rentabilidad.
El plan de recuperación elaborado por el IBR incluía:
Refinanciación de deuda: Ampliar los plazos de amortización de las pólizas de crédito (24 millones de euros) hasta 2024 y los préstamos hipotecarios (26 millones) hasta 2025.
Desinversión de activos: Venta de activos no estratégicos para generar ingresos (aproximadamente 13 millones de euros).
Optimización operativa: Centralización logística para mejorar la rotación de inventarios y liberar 6 millones de euros de capital circulante.
Racionalización de estructura: Reducción del 15% en gastos de personal, generando un ahorro anual de 0,6 millones de euros.
Internacionalización: Incrementar su presencia en mercados exteriores.
El plan proyectaba un aumento del EBITDA y de la facturación hasta 2027 en unas cifras creíbles.
¿Se lo creyeron los bancos?
En términos generales, sí, pero no sin ajustes. Los bancos “pasaron el lápiz” al informe y endurecieron algunas condiciones:
Venta de activos: Tasaron los activos estratégicos y condicionaron que el 100% de los ingresos por desinversiones (13 millones de euros) se destinara a amortización anticipada de deuda.
Financiación adicional: Se aprobó un importe menor al propuesto, respaldado con todas las garantías del grupo, incluyendo hipotecas sobre instalaciones, prendas de acciones, derechos de cobro y existencias.
A pesar de las condiciones más estrictas, el acuerdo fue positivo. Los bancos extendieron los vencimientos de deuda de corto plazo y aportaron la financiación necesaria para que el grupo pudiera continuar operando y competir en el mercado.
Pero, ¿Por qué se lo creyeron los bancos?
Imagina una reunión por Microsoft Teams.
Los representantes de Recuperaciones / Refinanciaciones de los principales bancos, con sus agendas llenas de reuniones similares, se sientan frente al equipo de dirección de un grupo químico que lucha por mantenerse a flote.
Los números sobre la mesa son claros: 64,7 millones de euros en deuda, márgenes erosionados por inversiones no rentables y un mercado golpeado por cambios normativos.
La pregunta es una sola: ¿salvar o dejar caer la compañía? En este caso los bancos decidieron apoyar la refinanciación planteada en el IBR por varias razones clave que combinan tanto el análisis técnico como sus propios intereses estratégicos y financieros:
Un diagnóstico claro para un panorama caótico: A los bancos no les gusta tomar decisiones en incertidumbre. El IBR detalla cómo la duplicidad de costes generada por la construcción de un nuevo almacén y los cambios regulatorios relacionados con criterios ESG llevaron al grupo a un EBITDA de solo el 0,6%. Pero también describe una salida: desinversiones de activos no estratégicos, refinanciación de deuda y optimización operativa.
Seguridad para proteger su inversión: El informe también habla en su idioma: garantías. Hipotecas sobre activos inmobiliarios, prendas sobre acciones y derechos de cobro, y una tasación realista de los activos a desinvertir. "Si apoyamos este plan, tenemos muchas opciones de recuperar nuestra inversión y además garantizaremos los riesgos actuales", comenta uno de los responsables de riesgos en el meeting. Los 13 millones de euros previstos por la venta del antiguo almacén no irán a planes inciertos; se destinarán directamente a amortizar deuda.
Los bancos sienten que sus intereses están protegidos, y eso es clave para avanzar.
Más tiempo, menos presión: El plan incluye una extensión de plazos hasta 2024-2025, con periodos de carencia en los préstamos hipotecarios. Esto da al grupo el margen necesario para estabilizarse y liberar flujo de caja.
Para los bancos, significa menos presión inmediata en sus balances y más tiempo para que la compañía demuestre que puede revertir su situación.
Continuar es mejor que liquidar: Dejar caer al grupo supondría una liquidación que probablemente no cubriría la deuda total. Pero mantenerlo operativo, con proyecciones de un crecimiento del EBITDA del 1,1% al 2,2% en cinco años, ofrece mejores perspectivas. Además, el plan prevé internacionalizar operaciones y centralizar logística, reduciendo días de stock y generando un capital circulante adicional de 6 millones de euros.
La lógica es clara: salvar al grupo es una apuesta más segura que liquidarlo.
La credibilidad del informe: Los asistentes asienten mientras pasan las últimas páginas del IBR. El informe tiene el sello de una firma independiente y propone medidas específicas que pueden implementarse. Aunque los bancos ajustarán las condiciones, saben que este documento es el punto de partida para justificar el apoyo interno y la confianza en la viabilidad del grupo.
Conclusión
La experiencia del grupo químico demuestra que los IBR son herramientas clave para estabilizar las finanzas de las empresas en crisis. Aunque no siempre son completamente independientes, su elaboración permite establecer bases sólidas para la negociación con los financiadores. Estos informes no solo identifican problemas, sino que también ayudan a reposicionar a las compañías en el mercado, garantizando su viabilidad a largo plazo.
Sin embargo, su efectividad depende de la ejecución rigurosa del plan y de la capacidad de las partes para equilibrar intereses a corto y largo plazo.
Los IBR, en muchos casos, son un “mal necesario” que aporta claridad y objetividad en momentos críticos.
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